sábado, 15 de noviembre de 2008

...con miedo a mis talones

Era una noche con miedo a mis talones
El placard se me abrió tan de repente
Que no alcancé a ver que me tragaba
Una lengua de oscuro desamparo
Me lamía tan amarga y tan despacio
Pero pude escapar casi gateando
y llegué en cuatro patas a la lumbre
a la falda, al recodo de tu amparo.

Será por que te ibas esa noche
que me envolvió el terror más espantoso
el que te empapa el cuerpo de temblores.
¡Por favor que no se vaya de repente!
¡Que no se apague, se extinga, me abandone!
Fue una plegaria interior, fue como un mantra
Y si un día hubieras de dejarme
que me dejes la lumbre de tu aura.

Atinaron mis ganas a llorarte
Apagaron mi voz unos pudores
El sollozo saló los sinsabores
Pero algo en mi resolvió que simplemente
Tu lumbre guardaría tras mis ojos
Tu aura, como capa en mis hombros
Tus raíces, tus frutillas, tu sombrero,
Tu imagen, tu figura, tu estructura.
Milhojas en mi libro de memorias.
Telones que hoy subo para verte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué lindo que es leerte, además cuando agarrás hacia tu lado pueblerino o memorioso, hacia esos interiores tan sutiles, más me gusta. La verdad es que estoy en deuda con vos, ni siquiera tuve tiempo (ni decencia!) de escucharte cantar aún; estoy algo aletargado vio, como falto de reacción, algo embotado. Se me hace que necesito descansar de todo, hasta de mi necesidad de descansar. Será que los 40 a mi me pegan a destiempo, como que el corcho quedó navegando en un limbo y me pegó en la cabeza algo más tarde, no sé; pero me alegraste la noche, eso sí sé, pasé a visitarte como antaño y algo nuevo me recordó algo viejo. Y eso siempre es algo bueno. Un abrazote desde aqui, al otro lado del río. Nico.