Pasé corriendo, trabajando, conversando,
tironeando de una bolsa de mandados
Pasé hablando discutiendo, escuchando las bocinas
y los jingles de la radio
Pasé a ochenta o a noventa manejando
Pasé riendo, ponderando, sopesando
Y nunca vi, no miré, no percibí
El poema que colgaba de aquel triste, pobre y solitario
poste de alta tensión donde el hornero
suburbano había hecho su nidito
y me acordé de aquel cuento de mi madre
sobre un chanchito que se pasó la vida
engordando sin saber que sobre el lomo,
a metros de aquel barro,
había hecho su nido un picaflor.
Aunque llegue obesa de cotidianeidad,
no me coman a fin de año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario